El llamado a la Acción: Mi historia comienza hoy. La tuya también.
- Lucas Ratti
- 17 may
- 2 Min. de lectura
El 30 de Marzo de 2025, Neptuno ingresó a Aries por los próximos 14 años.
Coincide con el horizonte que me tracé en el cual tengo que acompañar a mis hijos. Luego, antes y ahora... Let It Flow.
Estos últimos meses han sido como un incendio silencioso dentro de mí. No lo vi venir, y ahora que lo siento, me miro al espejo y me pregunto por qué tardé tanto en despertar. Neptuno entró en Aries hace poco, por primera vez desde 1862, y algo en mí se encendió, como si un fuego largo tiempo dormido hubiera encontrado oxígeno. Me da rabia, una rabia tranquila pero punzante, pensar en cuántos años pasé atrapado en mi propia cabeza, en mis pequeñas ilusiones de control, sin darme cuenta de que pertenezco a algo mucho más grande.
Siempre supe que había un sentido más allá del ego, pero lo dejaba en el aire, como una idea bonita que no me atrevía a tocar. Ahora no puedo ignorarlo. Es como si ese fuego interno, ese impulso que Aurobindo llamó el despertar del ser psíquico, me estuviera sacudiendo los hombros. Me dice: "Basta de contemplarlo todo desde lejos, de vivir a medias. Actúa con alma". Y me enojo conmigo mismo por no haber escuchado antes, por haberme conformado con una espiritualidad pasiva que no movía nada, ni dentro ni fuera de mí.
He sentido cómo las expectativas de los demás —y las mías propias— me han pesado como cadenas. Pero estas semanas, algo se rompió. No fue un estallido dramático, sino un corte limpio, una liberación. Empecé a soltar la idea de que puedo controlarlo todo, y en ese vacío entró una valentía nueva, una que no conocía. Es como si Neptuno me hubiera susurrado que la verdadera fuerza está en rendirme a lo grande, a lo que me trasciende, mientras Aries me empuja a levantarme y hacer algo con eso. Me he sorprendido gritándole en silencio a mi espíritu por haberse sentido limitado tanto tiempo, y esa rabia sagrada, como la llamó alguien, me está guiando.
No ha sido fácil. Hay días en que mi instinto choca con mi propósito, como si pelearan por el timón. Pero poco a poco los estoy alineando. Me despierto con una urgencia que no tenía antes: quiero crear, quiero encarnar lo que creo, quiero que mi vida sea un reflejo de esa chispa divina que Aurobindo decía que todos llevamos. No es solo por mí. Es porque sé —lo siento en los huesos— que formamos parte de una evolución más grande, y si no actuamos, si no aportamos, nos quedamos en la orilla mirando cómo el mundo sigue sin nosotros.
Me niego a seguir así. Me enojo conmigo mismo por haber tardado tanto en verlo, pero no me quedo en el reproche. Estoy empezando a moverme, a dejar que ese "algo más grande" me guíe, a convertir mi vida en un canal para lo que viene.
Y si tú también lo sientes, si alguna parte de ti está despertando con ese mismo fuego, te invito a que no esperes más. No hace falta que sea un gran gesto; basta con un paso, uno solo, hacia lo que tu alma ya sabe. Somos parte de esto juntos. Actúa.

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